AQUIVALDO MOSQUERA,DE URABÀ PARA EL MUNDO




Por
Wilson Díaz Sánchez
Medellín

En un salón de no más de cuatro metros de largo y dos de ancho, decorado a la entrada con una imagen de cerámica de la Virgen María Auxiliadora, guardan gratos recuerdos de Aquivaldo Mosquera.

Allí, en los bajos del Estadio Cincuentenario, donde reposa la indumentaria del Semillero Miranda, Hugo Parra Gómez y su hijo Javier, entre tulas llenas con balones raídos por el uso en las canchas de arenilla, echaron reversa al tiempo y contaron cómo el nuevo jugador del Sevilla de España dio sus primeros pasos hacia la consagración en el fútbol.

Hugo, de 68 años de edad, bigote, estatura baja y piel morena, jubilado de las Empresas Públicas de Medellín, contó que el nuevo zaguero del equipo ibérico que pagó cerca de ocho millones de euros por el pase, arribó a su club un martes por la tarde y, de entrada, los convenció.

Javier, de 35 años y quien en esa época iniciaba su licenciatura de Educación Física en la Universidad de Antioquia, presentó al joven visitante y lo invitó a participar en la práctica.

Tímido y callado, Aquivaldo, un muchacho flaco de 12 años, llegó por invitación de un amigo del que no recuerdan el nombre.

A pesar de que ese día tocaba trabajo físico, los profesores ordenaron un rato de fútbol para ver a Mosquera, con la asesoría del estratega Carlos Jiménez.

"Ellos llegan calladitos y poco hablan, pero aquí se despiertan. O si no, mire", advirtió ayer Javier Parra mientras señalaba a los niños que se alistaban para el entrenamiento, luego de ser convocados de urgencia "para el reportaje", en una cita que les permitió lucir el mejor uniforme y estrenar balones.

Las caras de los pequeños venidos de Castilla, Manrique, El Bosque, Robledo, Jesús Nazaret, Popular II, Bello y Campo Valdés lucían radiantes. Algunos ni siquiera sabían con certeza quién era Mosquera, el futbolista que acaba de darle realce al semillero.

"Es un negro calvo y alto que va para el Sevilla", murmuró uno de ellos ante las risas de sus compañeritos.

Un adelantado
Aquivaldo vivía en Robledo con su familia que había llegado de APARTADÒ, municipio de la zona de Urabá.

Empezó a competir en la cuarta categoría de la Liga de Fútbol de Antioquia en 1995, hasta pasar a juvenil. "Casi siempre lo poníamos a jugar con los mayores, era un adelantado, a pesar de que a veces era desordenado en la cancha, pues lo ubicábamos en la defensa y terminaba de atacante", agregó Hugo que en su camiseta de entrenamiento lleva el siguiente mensaje: "Aquivaldo Mosquera, con orgullo del Semillero Miranda".

Cuando vendieron los derechos deportivos del espigado defensor al Atlético Nacional, por seis millones de pesos, en 1998, invitaron a todo el equipo a una fiesta, con todo y asado. Aquivaldo, quien motivó la celebración, estuvo juicioso, "como de costumbre", dijo el profesor Parra.

Hugo recordó que los compañeros se reían de Aquivaldo porque adonde llegaba pedía leche y gaseosa. "Siempre fue serio, disciplinado, guerrero y humilde" y por eso, a sus 26 años, saltó a Europa.


Ojalá tengamos la misma suerte de Aquivaldo
“Lo único que sé, como nos dijo el profe, es que Aquivaldo Mosquera jugó en este equipo cuando estaba pequeño. Vivo en Campo Valdés y creo que el fútbol es lo mejor”.

Daniel Arias, alumnos del Semillero Miranda.
“Aquivaldo fue de Nacional y luego actuó en México. Ahora irá al Sevilla de España. Dicen que juega mucho. Ojalá uno tuviera la misma suerte de él para llegar al fútbol internacional”.