EL RESUMEN DEL AÑO VERDOLAGA


Es la hora de los balances. Nacional pasó en pocos meses de la gloria al infierno. Lo bueno que nos sirvió para conseguir la anhelada estrella once durante la primera parte del año, a pesar de varios obstáculos fue borrado rápidamente por la impotencia y mediocridad de un equipo que nunca encontró su rumbo dentro de la cancha. Ni los resultados en otras plazas (Quindío empató y Cali perdió) o la expulsión de un jugador rival (las águilas finalizaron el encuentro con diez hombres) sirvieron para maquillar la pálida imagen de un plantel que en las últimas jornadas no dio muestra de recuperación, careció de jerarquía, irrespetó la grandeza de nuestra camiseta y terminó reventado por dentro. Como ocurrió hace unos años aunque con algunas circunstancias particulares, Santiago Escobar no pudo administrar el éxito de un título que llegó más rápido de lo esperado, perdió a piezas claves como Macnelly Torres, Jairo Palomino o Víctor Ibarbo, falló en la escogencia de algunos refuerzos que no dieron la talla (los directivos contratan por inercia porque la mayoría no tiene ni idea de fútbol) y jamás le encontró la solución a los terribles problemas defensivos. Para colmo de males, el “Sachi” traicionó su filosofía inicial, dejó a un lado la idea de un conductor en la mitad del terreno tras la salida de Torres (Macnelly no hizo una brillante campaña, pero su ausencia se notó), le apostó a Cardona y Jonathan Álvarez, dos témpanos de hielo, convirtiendo al verde en un onceno dependiente de Pabón con el objetivo de sacar victorias.

De esa manera, Nacional debilitó su zona fuerte, el ataque y nunca fortaleció sus zonas débiles, la recuperación en la mitad y la defensa. Con todo ese panorama, mezclado a los problemas internos producto de los “egos”, al bajo rendimiento de la mayoría de jugadores, las pocas soluciones desde el banco, nuestra escuadra quedó sin rumbo fijo y todo ello fue confirmado en la derrota por 1-0 frente al Itagüí.

Nacional no perdió la clasificación en el estadio de Ditaires, sino que la perdió cuando fue incapaz de derrotar en su casa a rivales como Equidad, Santa Fe, Huila, Medellín, Chicó, Millonarios y el descendido Deportivo Pereira. Como no ocurría hace varios años, el verde dejó escapar 17 unidades en el Atanasio Girardot y con ese panorama negativo era muy complicado aspirar a salvar todo en el último encuentro.

De la famosa demanda contra el Quindío que se definirá este lunes es mejor no hablar. Primero, porque las dos instancias anteriores se perdieron y segundo porque en realidad depender de un tema legal en el balompié es una tragicomedia.

Con la eliminación confirmada (el verde hizo todos los méritos para quedar por fuera en un fútbol de bajo nivel como el nuestro) y la rabia de hincha, es fácil echar todas las cosas a la basura.

Hoy Santiago Escobar es un “burro” cuando hace cinco meses era un genio. Hoy nos rasgamos las vestiduras por no tener laterales, cuando desde el principio de año los costados del terreno eran una tremenda debilidad. Definitivamente, la reingeniería iniciada en este 2011 se quedó corta. Recordemos que Nacional venía de tres años en el ostracismo donde pasaban entrenadores con jugadores sin resultados positivos.

El “Sachi” logró un título y mal que bien con ello regresaremos a la querida Copa Libertadores, claro pensando en el futuro cercano habrá que reforzar urgentemente la plantilla con figuras de jerarquía, pues de lo contrario las cosas pueden ser muy negras. Soy de aquellos que creen en los procesos siempre que los encargados de encabezarlos tengan autocrítica. Nuestro técnico debe saber a la perfección los errores cometidos para no repetirlos y los dirigentes (ya es hora de ver algunas caras nuevas) también tendrán que hacer el esfuerzo económico por reforzar debidamente una escuadra que en la actualidad es débil.



Precisamente es evidente que Nacional necesita varios cambios. La defensa habrá que reconstruirla porque Édgar Zapata, Danny Aguilar, Víctor Giraldo e incluso Román Torres no pasaron la nota. Stefan Medina fue una importante aparición, pero al final no tuvo el suficiente respaldo para mantenerse en la titularidad. El panameño Torres combinó algunas buenas con errores especialmente en el mano a mano donde tiene que recurrir a las infracciones, Giraldo mostró voluntad y nada más. En otras palabras, el verde necesita por lo menos dos centrales y dos laterales de categoría.



En el mediocampo habrá que pensar en un famoso 10 o definitivamente olvidarse de esa idea. Edwin Cardona tiene su futuro lejos de la familia verdolaga (esperemos que deje algo bueno en lo económico por lo menos) y Jonathan Álvarez con contrato vigente es inaguantable.



Ya hablando de los mediocampistas de marca, el joven Sebastián Pérez (tremendo futuro) necesita de compañía, ya que John Valencia fue una sombra, Daniel Torres no dio la talla y Daniel Santa sería alternativa en los campeonatos locales.
Por el ataque, también habrá que incorporar elementos complementarios a Dorlan Pabón (hay que trabajarlo en la cabeza para que comprenda la importancia del juego colectivo por encima del individual), Diego Álvarez y Carlos Rentería.
En definitiva, el verde vivirá unas semanas conflictivas donde saldrán muchos “trapitos al sol” y esperemos que las decisiones sirvan para construir un futuro mejor. No hay campo a las equivocaciones porque el grupo de la Libertadores es complicado con Universidad de Chile, un representante argentino y el ganador del duelo entre Peñarol-Caracas. Por el momento, los hinchas seguimos buscando explicaciones lógicas al fracaso del segundo semestre.

¡Fuerza Verdolaga!

Por: Hernán Orjuela Cabrera en HV.